Por último, el 13 de abril, The Sundays Times, intentó vincular los múltiples aspectos de esta zona con un conjunto de bellos referentes de la antigüedad: "Una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo".
Más allá de estas propuestas, el origen de este valle se debe a una falla de la corteza terrestre, erosionada por miles de años durante el río más largo de la costa peruana. El río Colca llega a profundidades de hasta 3,400 metros en ambas laderas y más de 200 kilómetros de longitud.
El lugar fue habitado desde las remotas épocas del hombre andino, que dejaron sus testimonios en cuevas o abrigos, con sus pinturas rupestres y petroglifos, así como puntas de flechas y raspadores de obsidianas, entre otros utensilios.
Posteriormente (hace 1,400 años), Collaguas (aymaras de origen tiahuanaco) y Cabanas (de origen quechua), dos etnias preincaicas de gran desarrollo en ingeniería agrícola, tallaron 8 mil hectáreas de terrazas en taludes del cañón, para poder cultivar y manejar el riego. Estas aún son utilizadas. Como testimonios de la importancia de este valle, quedan de la conquista española 14 pueblos que se planificaron desde La Madre Patria hasta en sus mínimos detalles.
De pronto, ocurrió un curioso e inexplicable fenómeno. El Colca desaparece literalmente del mapa y reaparece en la década del setenta.
Toda su riqueza natural y cultural se borra como por arte de magia durante más de dos siglos, permaneciendo inalterables sus costumbres, tradiciones, tecnología y cultivos de extraordinario material genético (como papa, maíz, quinua, maca, oca o isaño). Valores científicos y culturales del siglo XVII que hoy se puede admirar y estudiar.
Atractivo turístico
Recién en 1985 el Colca se presenta al turismo, al haberse construido carreteras y utilizado la infraestructura del Proyecto Majes. En estos 17 años, ha sido visitado por muchas personas, como pioneros turísticos, que difundieron tanto la historia del Colca como la magnitud de su paisaje.
Sea que se le recorra a caballo, en bicicleta, automóvil o bote, siempre será una magnífica oportunidad para observar en el trayecto elegantes vicuñas, ariscas tarucas (ciervo andino), el vuelo del majestuoso cóndor y las piruetas del picaflor andino (el más grande que existe). También para apreciar sus flores, cactus y árboles de especiales características adaptados a las grandes alturas.
Igualmente para dejarse encantar por sus volcanes en plena actividad, geisers y aguas termales; por la bella arquitectura de sus poblados, ingeniosos canales y puentes; y por sus pobladores hospitalarios y sinceros.
Notable experiencia
El Colca está aproximadamente a 150 kilómetros de Arequipa. A Chivay (3,600 m.s.n.m.), el pueblo principal, se puede llegar en menos de tres horas, en un viaje que se resume como una notable experiencia. Después de pernoctar en Chivay, es necesario iniciar lo más temprano posible el recorrido para avanzar río abajo. Pasando los puebos de Yanque, Achona, Maca, Pinchollo, se llega a la Cruz del Cóndor, lugar de observación del paisaje más espectacular del cañón, sin ser de los tramos de mayor profundidad.
En el trayecto Chivay-Pinchollo se recorre la zona agrícola, cuyos cultivos son estacionales -entre octubre y mayo-, pues de junio a setiembre la temperatura desciende al punto de congelación.
Sin duda, los pueblos de mayor interés son Maca, Yanque, Lari y Coporaque. Este último tiene la iglesia más antigua del siglo XVII y la tradición de haber existido un palacio de cobre mandado a construir por el inca Mayta Cápac, para una de sus esposas. Después el metal fue utilizado para las herraduras de los caballos, y al llegar los primeros curas, para fundir una campana.
Muchos de los templos de la zona son de excepcional calidad arquitectónica, como lo indica el profesor Francisco Stastny, quien estudió y catalogó todas las piezas de arte existentes en todas las iglesias. La iglesia de Yanque, sede principal de los misioneros Franciscanos en el Valle, constituye uno de los monumentos más importantes del estilo mestizo.
Tiempo insuficiente
Definitivamente dos o tres días, una semana, o un mes, son insuficientes para ver, aprender y vivir los momentos emocionantes que suponen una visita al Colca. Una voz interna recuerda al visitante que la vida en el mundo cambió; que el hombre perdió gran parte de su derecho a vivir integrado a la naturaleza, y a una sociedad apacible y amistosa.